31 ago 2010


Tabasco, también cementerio de migrantes
Armando Guzmán

VILLAHERMOSA, TAB., 31 de agosto (Proceso).- La hondureña Kenia Carolina Gálea Gómez, de 28 años, se despidió de su madre y de sus dos niños, y anunció que se iba a Estados Unidos. A mediados de julio salió de su país y el día 21 llegó a casa de su hermana Martha, que vive en Palenque, Chiapas.

Ahí se quedó 12 días. Como el tren pasa cerca, conoció a tres hombres y dos mujeres que iban de paso y decidió continuar con ellos el viaje al norte, aunque su hermana no estuviera de acuerdo.

El viernes 6, Kenia se encaramó en el ferrocarril. Dos días después, el domingo, fue violada y asesinada cerca de la estación que está en la ranchería Buenavista-Apasco de Macuspana, Tabasco. La mataron a garrotazos junto con el también hondureño José Antonio Calderón Orellana, de 31 años, y el tabasqueño Héctor López López, originario de la comunidad y quien al principio se creyó que era otro centroamericano ilegal.

El hondureño Elkin Donaldo Padilla Flores, de 28 años y único sobreviviente del grupo, relató ante el Ministerio Público de Macuspana que un grupo de hondureños llegaron a El Ceibo, Guatemala, y por allí entraron a México. En Palenque conocieron a Kenia, volvieron a subir al tren y siguieron la ruta a Estados Unidos con otros 500 centroamericanos, aproximadamente.

El domingo 8 por la noche, él se bajó con Kenia y Calderón Orellana en la estación de Buenavista-Apasco porque ella se sentía mal. Querían conseguirle medicinas. Entonces se les unió el tabasqueño Héctor López.

Alrededor de las 11 de la noche, cinco sujetos vestidos de negro les salieron al paso y gritaron que era un asalto, al tiempo que arremetían con garrotes y tubos. Los despojaron de dinero, teléfonos celulares y otras pertenencias. Los amarraron y les asestaron garrotazos y tubazos en la cabeza. A Kenia le bajaron los pantalones, la violaron y la tiraron sobre la vía del ferrocarril.

Elkin Donaldo logró desatarse y buscó ayuda. Encontró una patrulla y guió a los policías hasta los cadáveres de Kenia, José Antonio y Héctor. Los habían molido a palos.

El martes 10, Hilario Aldama Corral reclamó el cadáver de su cuñada Kenia en la agencia del MP de Macuspana para trasladarla a Honduras y sepultarla. Narró que Kenia era madre soltera y que sólo pretendía llegar a Estados Unidos para trabajar. Él se enteró del crimen porque su suegra, Martha Elena Gómez, le avisó por teléfono desde Honduras.

El mismo día se presentó Andrés López a reclamar el cadáver de su hermano Héctor, de cuya muerte se enteró en los medios de comunicación. Ignora por qué andaba con los centroamericanos, pero dijo que vivía en la ranchería Buenavista-Apasco, era soltero, salía frecuentemente de casa y a veces no llegaba a dormir.

En cuanto a José Antonio Calderón Orellana, fue identificado con una credencial.

El presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Tabasco (CEDHT), José Manuel Argáez de los Santos, señala que este hecho confirma “la situación atroz” que enfrentan los migrantes centroamericanos ilegales en México, en la cual “no sólo están involucradas autoridades municipales sino también de migración”.

Dice que la comisión estatal no ha documentado un caso similar, pero tiene abiertas 42 quejas desde 2008 hasta la fecha, de las cuales 10 se presentaron este año contra policías municipales de Tenosique, Balancán y Macuspana –que están en la ruta hacia Estados Unidos–, por abuso, extorsión y maltrato a centroamericanos internados ilegalmente en el país. La CNDH tiene abiertas otras 40 quejas en Tabasco contra agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) por las mismas causas.

El ombudsman tabasqueño asegura que, de acuerdo con testimonios de migrantes, la delincuencia organizada recluta a pandillas locales y las infiltra entre grupos de centroamericanos para que observen quiénes son secuestrables por la cantidad de dinero que llevan o por las llamadas telefónicas que hacen a sus familiares en Estados Unidos. Ya en territorio mexicano, los plagian y extorsionan a las familias.

Lo grave es que cuentan con la complicidad de autoridades. En Tenosique, ejemplifica, los secuestros de migrantes ocurren en el día y en la estación del ferrocarril “que está enfrente de las oficinas del INM”.

Argáez de los Santos cuenta que, en abril pasado, agentes de migración hicieron una redada de indocumentados cerca de la estación Buena Vista-Apasco, en una iglesia y en casas donde los migrantes suelen descansar:

“En vez de proporcionarles seguridad y vigilancia (a los indocumentados), se metieron a la iglesia y a las propiedades privadas, y con macanas eléctricas los sacaron y golpearon”. La queja contra los agentes del INM se ventila en la CNDH por tratarse de la autoridad federal.

Como resultado de ese acoso, prosigue, “la frontera sur es tierra de nadie. El gobierno mexicano tiene la responsabilidad de dar seguridad a quienes se internan en territorio nacional, independientemente ....

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