22 ago 2010

Los ninis, fracaso del Estado: especialistas

Generación sin esperanza

De acuerdo con encuestas, más de la mitad tiene experiencia laboral

Su situación se agudiza conforme baja el nivel socioeconómico

Periódico La Jornada
Domingo 22 de agosto de 2010, p. 2

La falta de oportunidades educativas, laborales y sociales ha hecho de los jóvenes que no estudian ni trabajan (ninis) seres sin sitio social, sin coordenadas sociales a dónde ir, afirmaron especialistas en estudios de juventud y enseñanza. Esa condición, aseguraron, nada tiene que ver con estigmas o minimizar las labores domésticas. Son jóvenes a los que el Estado no ha dado futuro.

José Luis Pérez Islas, coordinador del Seminario de Investigación en Juventud de la Universidad Nacional Autónoma de México, destacó que debería ser alarmante para cualquier autoridad que de las 6.1 millones de mujeres menores de 29 años que no estudian ni trabajan, cerca de 50 por ciento se encuentren en condiciones de pobreza extrema. Su única fuente de subsistencia es la familia.

Agregó que la condición nini se agudiza conforme baja el nivel socioeconómico. La Encuesta Nacional de la Juventud 2005, indicó, revela que de los 7.4 millones de jóvenes de entre 12 y 29 años que no estudian ni trabajan –22.1 por ciento de la población nacional en ese rango de edad–, sólo 9.1 por ciento tienen nivel socioeconómico medio alto/alto, 15.1 medio, 25.1 medio/bajo, 29.7 bajo, y 32.2 muy bajo”.

Al menos un tercio de quienes no estudian ni trabajan, explicó, viven en condiciones prácticamente de sobrevivencia. A ello se suma que la mayoría son mujeres jóvenes que se están quedando en casa no porque quieran, sino porque han sido excluidas de las oportunidades educativas y laborales.

Destacó que, de acuerdo con su escolaridad, siete de cada 10 mujeres que no estudian ni trabajan concluyeron la enseñanza básica. Sólo 10.6 por ciento terminaron su bachillerato y 5.4 por ciento la licenciatura. En contraste, 61.3 por ciento de esos varones tienen estudios de primaria y secundaria, 13.6 egresaron de la educación media superior y 13.7 terminaron su carrera universitaria.

En su mayoría, indicó, los llamados nini tienen experiencia laboral, pues 54.2 por ciento de hombres han trabajado como obreros y 59.2 de mujeres han tenido empleos en el sector servicios. Es evidente que no son jóvenes que desean quedarse en casa. Han buscado trabajo y al menos 26.3 por ciento de varones y 11.5 de mujeres buscan dónde emplearse.


Participantes en el acto Vive y deja vivir 2008, convocado por el GDFFoto Roberto García

De los 7.4 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, agregó, a 37.6 por ciento les gustaría seguir en la escuela, 38.4 preferiría trabajar y al menos 16.9 han pensado en emigrar hacia Estados Unidos.

Sin coordenadas

Manuel Gil Antón, especialista de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en sociología de la educación superior, subrayó: lo que deberíamos tratar de resolver es por qué 7.4 millones de jóvenes no están donde deberían, es decir, en la escuela. No podemos caer en el error de considerar que las cifras son sólo números, son historias.

Sabemos que la población de 18 a 23 años es de 10 millones de personas, pero de ese grupo sólo 2.2 millones estudian. Así, la pregunta es dónde están 7.8 millones que deberían acudir a las aulas universitarias.

Sin posibilidades de educación ni empleo, apuntó, los jóvenes quedan fuera de los espacios institucionales de reconocimiento, es decir, están en la calle o en casa. Sin coordenadas sociales. Eso implica que no están desarrollando su talento ni sus habilidades. Consideró que lo grave de que 6.4 millones de mujeres de 12 a 29 años sólo realicen labores del hogar no es el tipo de actividad lo que debería preocupar, sino que probablemente nuestra sociedad no les ha dado otra opción. El problema no es dónde están y lo que hacen, sino constatar si es resultado de una elección libre o la cristalización del destino de los pobres.

María Eugenia Campo y Gabriela Flores, especialistas en temas de juventud, destacaron que más allá de etiquetas, el fenómeno de los jóvenes que no estudian ni trabajan demanda una visión profunda, que implique la propuesta de salidas, y no sólo quedarnos en la identificación de su problemática.

Agregaron que la sociedad “percibe como factor muy negativo a los llamados ninis, pues se asocia como positivo al joven que estudia y trabaja, y como algo muy negativo a quienes no logran insertarse en alguno de estos campos, lo que incrementa su condición de vulnerabilidad”.

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